Pau Miró EN RESiDENCiA en el Instituto Moisès Broggi

El dramaturgo, director y actor Pau Miró se ofreció al principio del proyecto para compartir con los alumnos el proceso de creación de una obra de teatro. Se trataba de hacerlos partícipes de sus decisiones para que vivieran todo el proceso como propio. Además, Pau Miró decidió que durante todo el proceso trataría a estos adolescentes como los actores con los que suele trabajar, compartiendo en todo momento dudas, incertidumbres e impresiones.

El primer trimestre, de octubre a diciembre, fue un periodo de conocimiento y de tanteo. Por una parte, Pau Miró se presentó a sí mismo y explicó el trabajo que hace, hablando de lo que había hecho hasta entonces y mostrando fragmentos de algunos de los espectáculos que había llevado a escena y de algunas series de televisión en que había participado como guionista. Además, el profesor David Arnaiz aprovechó la tercera hora para leer en grupo una obra de Pau Miró que tiene como protagonistas a adolescentes, Búfals. Eso les permitió conocer un poco la escritura de Miró y congeniar más con él.

Por otra parte, durante esta primera etapa les fue proponiendo ejercicios de diversa índole, que se podrían clasificar como ejercicios de interpretación (para crear sinergias de grupo, favorecer la concentración y el silencio —¡muy necesario!—, eliminar la vergüenza, experimentar en la propia piel qué quiere decir actuar, etc.) y ejercicios de escritura (para imaginar historias, practicar el diálogo, escoger temas que les interesaran, etc.). En el fondo, los ejercicios de este segundo grupo iban encaminados no solo a hacer que los alumnos se sumergieran en el mundo de la escritura dramática, sino a que Pau Miró tuviera la oportunidad de conocer con más profundidad lo que interesa, atrae o provoca rechazo a chicos y chicas de esta edad con vistas a la elaboración de la obra que se tendría que presentar al final del proceso del trabajo, que Miró quería que estuviera basada en las experiencias, los pensamientos, los miedos y las ilusiones de los propios alumnos.

Pasadas las fiestas de Navidad, llegó el momento de empezar a definir el proyecto. Como ya he dicho anteriormente, Pau Miró quería que la obra hablara de los chicos y las chicas y de lo que sentían y que generalmente no expresan, por lo que empezó a utilizar algunos de los ejercicios que habían escrito durante el primer trimestre (sin que a los alumnos se les hubiese pasado por la cabeza que podrían llegar a tener alguna finalidad dramatúrgica) y propuso otros. Así, en sesiones puntuales, les había hecho responder cuestionarios en que, en medio de un montón de preguntas más o menos intranscendentes, les había pedido cosas de tipo más personal, como qué es lo que más les gustaba y lo que no soportaban, una canción de su infancia que les trajese buenos recuerdos, etcétera. Un día, a raíz de la confesión de una chica de un momento en que había pasado mucho miedo, empezaron a salir a la luz casos en los que, sobre todo las chicas de la clase, habían pasado miedo y se habían sentido amenazadas. Fue un día en que se creó una atmósfera mágica, en que (¡por fin!) se impuso el silencio y el repertorio de confesiones de los momentos como este nos dejaron cautivados a todos. Entonces, Pau Miró tuvo claro que la muestra tenía que basarse en las experiencias personales de los y las alumnas y tenía que ser una oportunidad para que ellos y ellas se expresaran libremente y fueran escuchados.

El texto que Pau Miró escribió a modo de presentación de la muestra lo deja bastante claro:

“El principal acto de resistencia es la libertad de expresión. Y eso es lo que hemos intentado durante todo este año, que ellas y ellos se expresaran libremente, que hablaran de lo que les preocupa, de lo que les fascina. De lo que les indigna y también de aquellas pequeñas cosas que les llenan de felicidad. Actos de resistencia que son fragmentos de ellos mismos, de su mirada sobre la realidad y también de las fantásticas excursiones que han hecho por la ficción. Y todo ello para tener conciencia de ellas mismas, para aprender a narrarse a ellos mismos. ¡No vaya a ser que se los trague el mundo sin hacerles muchas preguntas!”

El proceso no fue fácil. Los alumnos esperaban formar parte y participar en la creación de una obra de teatro más bien tradicional (con una historia ficticia y un nudo, un desarrollo y un desenlace). Pau Miró les rompió los esquemas y les propuso escribir y protagonizar una obra semidocumental, que hablara de ellos y de sus propias experiencias, sin una narración lineal. Eso provocó en un buen comienzo ciertas reticencias (y resistencias) de una parte del alumnado, ya que no entendían cómo aquello se podría convertir en materia teatral. No fue hasta que no lo pudieron ver, hasta que no empezaron a moverse por el escenario, ensayando, diciendo el texto, cantando, dirigidos por Pau Miró, cuando empezaron a aceptar que hablar de ellos podía resultar más interesante, divertido y emocionante que inventarse unos personajes con los que tuvieran poca cosa en común.

Los dos últimos meses (básicamente, abril y mayo), una vez que ya tuvo la obra más o menos escrita y estructurada, Pau Miró empezó a montar la pieza con los alumnos. Poco a poco, los intérpretes fueron adquiriendo conciencia de las dificultades que supone actuar: aprenderse el texto, actuar con naturalidad, repetir una escena una y otra vez, proyectar la voz, etcétera. En cada sesión se trabajaban dos o tres escenas nuevas que se sumaban a las ya trabajadas, mientras que se aprovechaba la tercera hora para volver a pasar escenas ya ensayadas, repasar texto, practicar lo que no había salido y añadir algún pequeño cambio de texto. Poco a poco, la muestra iba tomando forma. 

ACCIONES VINCULADAS A LA RESIDENCIA

A lo largo de la residencia se organizaron varias actividades que involucraron a diferentes teatros e instituciones:

— 17 de diciembre de 2018: visita guiada a la Sala Beckett para conocer los diferentes espacios y los elementos que forman parte del proceso de creación de un espectáculo.

— 1 de marzo de 2019: el director y coreógrafo Joan Maria Segura fue a retocar las coreografías y los movimientos de los alumnos.

— 4 de abril de 2019: asistencia en horario matinal a una función de la obra Andrea pixelada, de Cristina Clemente, en la Sala Beckett.