Oriol Puig Grau EN RESiDENCiA en el Instituto Barri Besòs

Cuando pienso en la posibilidad de levantar un espectáculo con alumnos de ESO pienso, antes que nada, en sus cuerpos presentes en escena. Unos cuerpos en plena formación, en pleno despertar, en pleno proceso de empezar a reconocer que son esto: cuerpos que se comunican con otros cuerpos y con ellos mismos. Imagino adolescentes entrando en escena con trajes que acentúan formas grotescas. Imagino adolescentes hablando a una escultura. Adolescentes diciendo "eso que ves es mi cuerpo. Eso que veo es mi cuerpo". Imagino un proceso de creación flexible, donde cada persona encuentra algo que le resulta importante expresar. Palabras que tengan ganas de decir. Palabras que hablen de su cuerpo físico, pero también de su cuerpo mental, energético y emocional. Imagino adolescentes analizando las formas de sus manos. Un poema que habla de sus cabellos. Una disección de lo que les pasa físicamente cuando se sientan al lado de otra persona. Imagino andares caricaturescos. Cuerpos divertidos.

El cuerpo del adolescente está lleno de tensiones. Vive sometido a una presión externa e interna bestiales. Convertir los encuentros y el proceso de creación colectiva de EN RESiDÈNCiA en un espacio donde dejar que estos cuerpos se expresen y se descubran a sí mismos puede ser profundamente transformador. Me apetece mucho dejar que un proceso como el que describo en estas páginas sea el que dé forma a una pieza de teatro. Que los descubrimientos personales de los adolescentes durante el proceso tengan cabida en el resultado final. Que el mismo proceso de probar textos y movimientos; de descubrir cómo nos sentimos cuando decimos unas palabras concretas o hacemos un movimiento concreto, sean el espectáculo. Que sus cuerpos saboreen el presente. Que descubran lo que es hacer teatro.